X Gran Fondo Albero Contador.José Mª Jorquera.

Tras 15 meses de pandemia en los cuales ha habido multitud de situaciones inverosímiles, infinitud de malas noticias y constantes altibajos, había que encontrar nuevamente un punto de inflexión que permitiera volver a disfrutar de los buenos momentos de la vida. Es ahí donde el Gran Fondo Alberto Contador apareció de la nada y mi subconsciente no dudo en encender la llama competitiva de nuevo. Ya no había vuelta atrás, antes de pararme a visualizar el recorrido, ya estaba inscrito. Eso sí, el objetivo principal era disfrutar y volver a sentir esa adrenalina que implica el estar en línea de salida, por lo que me inscribí en la modalidad de 111 kilómetros para no sufrir los 161 kilómetros del gran fondo.

Día 24 de septiembre del 2021, me dispongo a viajar hacia Oliva donde se disputará la marcha ciclista Alberto Contador al día siguiente. A lo largo de toda la semana, la zona valenciana donde tendrá lugar el evento había estado afectada por diversas DANAs ocasionando en algunas inundaciones severas. Como era de esperar, nada más llegar a la altura de Benidorm comenzaba a llover de forma moderada, acompañándonos dichas tormentas durante todo el viernes e incluso parte del sábado. Así pues, y con paraguas en mano, tocó acercarse a las instalaciones Oliva Nova Beach & Golf Resort a recoger el dorsal y el maillot personalizado para el gran día de la prueba. Pese a no acudir en hora punta, la feria del corredor, montada en las instalaciones del hotel, ya anticipaban el gran día que se avecinaba al haber una gran animación, multitud de marcas patrocinadoras en sus diversos stands, y ciclistas entusiasmados tanto de ámbito nacional como internacional. Una vez todo listo, sólo quedaba esperar a que la lluvia cesara y que sonara el despertador al día siguiente.

8 a.m. del día de la carrera. Suena el despertador y tras apagarlo percibo que está lloviendo por lo que las peores expectativas se cumplían, carrera sobre mojado. Aún esperanzado, decido subir la persiana para ver cómo estaba el día, pero la cosa fue a peor, cielo negro totalmente cerrado, truenos y relámpagos constantes, calles encharcadas de llover toda la noche y cero ganas de mojarme. Pese a ello, decido montar la bici en el coche mientras me calaba como una sopa y dirigirme dirección línea de salida.

¡Paraba de llover! Los rayos de luz aparecían tímidamente entre las nubes y parecían dar señales de esperanza para al menos evitar la lluvia parcialmente a lo largo de la carrera. Tras llegar a Oliva, y después de haberse iniciado la modalidad de 161km a las 8 a.m., fue una odisea encontrar aparcamientos donde poder estacionar. Algo que se podía preveer pero que conllevó más tiempo del esperado por lo que retrasó mi llegada a la línea de salida. Mientras me vestía en los aparcamientos y viendo aún el cielo poco amigable, surgían dudas de si coger chaleco, chubasquero, o nada, pero tras observar algún que otra pata negra calentando sin ninguna ropa en sus bolsillos decidí jugármela a sólo echar comida e ir más cómodo.

Sin calentamiento ninguno, perdóname Félix, me dirigí a la salida para intentar no comenzar en las últimas posiciones dado que eran las 9:25 a.m., pero lógicamente me tocó salir en la cola de pelotón. Tal fue la cantidad de personas delante de mí, estimo

que unas 600, que no pude colocarme ni en la calle principal de salida sino en una rampa de arena de playa que unía con la recta de salida. No pasaba nada, mi idea no era ir a hacer una carrera rápida sino a disfrutar por lo que me tomé ese primer contratiempo como un suceso sin importancia ninguna.

Tres, dos, uno, ¡go! Arrancó la carrera y con ella comenzó a haber espacio para poder ir entrando a la calle principal, aunque nada más pasar por el arco de salida con el cronómetro a 1:00 y ver los zig-zags que hacía algunos ciclistas de mi alrededor, sabía que por despacio que fuera ese no era mi grupo. Así pues, aprovechando las amplias rectas y carretera cortada que ofrecía la marcha en los primeros kilómetros comencé adelantar luces rojas parpadeantes mientras el agua del suelo saltaba por todos lados.

Dado que la gente parecía no querer avanzar decidí ir hacia delante, con cabeza, por mi propia cuenta llaneando a 40-45km/h en los primeros kilómetros. De repente, otro rezagado me adelantó y claramente vi que esa era mi rueda a seguir. Me giré para ver si podía estorbar a alguien al saltar a su rueda y, sorprendidamente, me encontré 6-7 tíos a mi rueda. Dado que la rueda que había cogido iba un punto claramente por encima de mis posibilidades, decidí mantenerme detrás para ahorrar y porque, para ser sinceros, tampoco podía pasar a relevos sin bajar el ritmo que llevaba él cómodamente.

Finalmente, terminamos alcanzando a un grupo amplio que llevaba un buen ritmo de carrera y decidimos quedarnos todos a la cola para recuperar energías después del primer calentón en frío. Dado que el corredor al cual seguí la rueda se giró varias veces para ver si pasábamos a rueda, decidí charlar con él para disculparme por no dar relevos y a la vez entablar conversación para hacer la carrera amena. Él, bastante simpático a la par que farolero, me comentó que venía a soltar piernas para otra carrera que tenía el domingo, pero en el primer puerto desapareció de mi vista y no fue por lo que dejé atrás.

Mi filosofía estaba clara, disfrutar, pero no terminar exhausto para poder continuar los entrenamientos corriendo a la semana siguiente, lo cual era mi verdadero objetivo. Por ello, en cada subida decidí soltarme del grupo en el que fuera para subir a mi ritmo y pulso, guardando y sin formar excesivamente. En las bajadas solía encontrar corredores por lo que nuevamente podía elegir un grupo para llanear hasta el siguiente puerto y soltarme nuevamente. Sin embargo, al coronar el segundo puerto, Coll de Rates, me había bebido uno de los dos bidones que llevaba por lo que me veía obligado a parar en un avituallamiento. Justo en el primer avituallamiento, por el kilómetro 55 de carrera, decidí parar en mitad de la ascensión del tercer puerto para rellenar agua y continuar sin interrupciones hasta meta. Justo aquí fue donde apareció la suerte en mi carrera, encontré el grupo ideal para llegar a meta a ritmo.

Un grupo formado por una mujer (segunda clasificada de la carrera) y dos hombres del mismo equipo venían charlando, pero a la vez llevaban una velocidad crucero que justo encajaba con mi grupo deseado. Pese a que se me escaparon en los kilómetros finales de la subida, en la bajada sabía que podía cogerlos si no bajaban a tumba abierta. Así fue, cogí rueda y me llevaron, aunque a gancho en los llanos, hasta el último puerto de la etapa. Aquí sabía que se acababa mi billete de tren porque los tres subían más rápido que yo y aunque me hubiera entregado quizá no podría haberles aguantado. Sin embargo, esa decisión de parar en el primer avituallamiento me permitió continuar con

ellos durante más kilómetros dado que pararon a pie de puerto a avituallar y yo decidí aprovechar esos minutos para subir más tranquilamente el último puerto. Parecía que lo había medido al milímetro, 500 metros para coronar y comenzaba a verlo por las curvas del puerto en herradura, todo iba sobre ruedas. Me tiré para abajo aprovechando que era una carretera amplia y de buen asfalto, en este caso me permití disfrutar de la bajada como me gusta, y tras unos kilómetros llaneando me cogieron por la espalda junto a otros 8 corredores. El grupo se había ampliado, pero esto no dudaría mucho tiempo porque el terreno lleno de toboganes seleccionó el grupo y finalmente se fraccionó en 3. Por suerte, conseguí quedarme el segundo grupo y junto a dos hombres fuimos los últimos 20 kilómetros a relevos hasta meta.

Objetivo conseguido. 3 horas y 55 minutos en meta, 28.1km/h de media y posición 51 de 816 corredores. Doy gracias a las vacaciones por tierras andorranas que me permitieron acabar la carrera de Oliva pese a no haber entrenado la bici desde que volví y al haber elegido un par de grupos buenos que me permitieron llegar sin vaciarme del todo a meta. Por último, dar las gracias también tanto a mi pareja, compañeros de entrenamientos, entrenador y amigos, por aguantarme y soportar la chapa que a veces les toca vivir. Ahora pondremos el foco en el objetivo principal, Media Maratón de Valencia y sobre todo en continuar disfrutando del deporte y su motivación para superar todas las adversidades que se pongan por delante.

¡Mhanyira Mufaro!

Categories: Cronicas

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