Muchas horas de viaje y al límite tanto física como mentalmente. Pero valió la pena.
Llegábamos a la capital del país vecino para disfrutar de un fin de semana en los increíbles y majestuosos Pirineos. Un enclave que ofrece todo lo que buscan los amantes de la naturaleza entre los que me incluyo.
Al día siguiente, acudíamos a recoger la bolsa del corredor al pequeño pueblo de Ordino. El ambiente y organización eran fantásticos, estando todo muy bien señalizado y preparado para que los corredores pudiéramos disfrutar desde el primer minuto hasta el último. Allí había personas de todos los continentes, mostrando la grandeza de una prueba como esta de UTMB.
En mi caso participábamos en la prueba de 21K con un desnivel positivo de 1814 metros. Un auténtico reto (y un poco locura) que nos hizo pasar por todo tipo de emociones posibles y, como indicaba al principio, llegar al límite.
Todo comenzaba con 8 km en los que se llegaba a superar los 1100 positivos, llegando a la cima en buenas condiciones. A continuación, llegaba una bajada muy técnica hasta los 13’5 km en la que, al llegar segundo avituallamiento, comencé a tener pequeños calambres en ambas piernas.
Continuamos con una subida de 600 metros positivos en menos de 3 km, encontrando a muchos atletas con calambres por el camino que tuvieron que abandonar la prueba.
Finalmente, otra bajada técnica hasta llegar a meta, finalizando la carrera en 03:46:20, siendo el 84 de casi 500 corredores.
En definitiva, un fin de semana para recordar por la dureza y belleza de una zona a la que volveremos muy pronto.
Filippedes, más que un club
Por: Enrique Navarro
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