Navidad de 2022. Te levantas en casa, desayunas y te vas a trotar con buenos amigos que ves con poca frecuencia. Uno de los muchos precios a pagar por vivir lejos de casa. Se disfruta el rodaje y la posterior comida con los amigos. El menú es claro: arroz de Calasparra. A Josete le gusta el producto local, no como a Chema, quien siendo de Caravaca, siente afán por ir a comer a Bullas cada domingo. Afán incomparable a su adicción enfermiza por correr en Valencia. Cuenta la leyenda que ha corrido allí más veces la Media Maratón que ediciones tiene la propia prueba. Sin embargo, al arroz le siguen unos movimientos confusos, más propios de un rodaje alegre en grupo que de una sobremesa amigable. Entonces te plantan una carta delante…
El logo de 42K Valencia Trinidad Alfonso encabeza el documento. Crees que es una broma para meterse con la baja forma en la que estás, con más metros acumulados en discotecas de camino a la barra que con las zapas de correr. Sin embargo, según avanzas al leer la carta, te das cuenta que es demasiado emotiva como para ser una broma. Te han inscrito a una Maratón. Nunca has corrido una Maratón. Esa aventura que siempre has querido vivir como amante del deporte, pero aún no tocaba, ¿no? Nunca toca ser valiente, nunca pilla bien… así que, habrá que serlo. Se firma el contrato. Once meses para la primera Maratón de Chema y Peter; otra más, aunque con sabor especial, para el uñas largas de Josete.
Pasan los meses, unos de más kilómetros, otros de más agobios. Ganar disciplina cuesta mucho. O poco. Cuesta tanto como lo quieras. Nunca tienes tiempo, ¿verdad? Quizá la pregunta adecuada sea más bien la siguiente. ¿Cuánto lo quieres luchar? La respuesta a estas preguntas internas también es entrenar. Una Maratón no es solo dar zancadas con cierta frecuencia, sino tener convicción de por qué las das. Y cuanto más dudas tienes en estos debates internos, cuando más costaba meter los kilómetros a la semana, cuando más cerca se estaba de abandonar el objetivo de la Maratón, entonces aparecen Chema y Josete en Barcelona. El peor fin de semana en todo el año, por trabajo, aparecen en Barcelona, sin avisar, para ir a un concierto de Pignoise al que tú al final ni ibas. ¡Pignoise no está ni en una lista de reproducción suya! Esas muestras de cariño, esos toques de atención te reafirman para luchar. No se puede faltar el respeto a amigos que confían tante en ti. Tras ese fin de semana, la convicción era total: había que darlo todo desde agosto para preparar lo mejor posible la Maratón.
15 semanas. Quince semanas de preparación flexible tanto en objetivos como planificación. Sin míster, solo con los conocimientos propios de años amando el deporte y aprendiendo por ósmosis. Siempre escuchando al cuerpo y los consejos de los amigos. Pasan los entrenamientos y se empieza a confiar. Los kilómetros se hacen amigos de quienes van a comérselos, de quienes se presentan ante los entrenamientos con valentía. Una Maratón no son 42195 metros. Una Maratón es la preparación durante meses para correr esa distancia en ese día que vagabundea por tu mente durante todas estas semanas. Haces todo pensando siempre cuál es tu verdadero objetivo. Tratas de bajar de peso. Tratas de no pasarte en los esfuerzos. Tratas de no quedarte corto en los entrenos. Tratas de vencer la pereza. Tratas de no agobiarte por no dejar de hacer otras actividades. Tratas de no venirte abajo por no sacar tiempo para ver a amigos. Te haces fuerte. Empiezas a confiar. Y dudas, también. Entonces, de nuevo, vences la incertidumbre. La abrazas. Ya no te aguantas las ganas. Corres. Mucho. Tratas de controlarte, no quieres pasarte, pero no puedes frenarte. Estás desbocado. Te estás dando la oportunidad de preparar una Maratón al máximo. No hay tiempo que perder. No hay ganas que perder. Zancada. Zancada. Zancada…
Entonces un día te permites pensarlo todo. Reflexionas sobre la aventura y te das cuenta de lo orgulloso que estás de ti mismo. Hace no mucho no te creías capaz. Ahora te das cuenta de que, gracias a ti, a tu esfuerzo y a los amigos que te acompañan y te apoyan en este viaje, eres capaz de soñar con el día 3 de diciembre de 2023. Sueñas despierto con tu primera Maratón: la cuadragésimo tercera edición del Maratón de Valencia.
Llega la semana del tapering. Aumentan las dudas. Te sientes extasiado. Es la semana más experada del año. Es momento de éxito, pero estás exhausto de experar. Llega el fin de semana. Se viaja a Valencia, se recogen los dorsales, se come con cuidado y se visita la meta. Debería ser obligatorio para todos los corredores de cualquier Maratón ver la meta el día de antes de la carrera.
Llega el día. 3 de diciembre de 2023. Se desayuno y se toma un café que sabe especial. Se escucha música. No se habla demasiado. La concentración es sagrada. Sueñas despierto. Confías en tu preparación y en ti mismo. Piensas en los números que toca seguir y los que ambicionas. Te acuerdas de todos los que te acompañan y son artífices de que estés con un dorsal de Maratón. Te despides del gran artífice. Sales a la calle. Último trote. Te despides del otro compañero de viaje. Toca subirse al cohete y despegar. Esto es real.
¡Pistoletazo en la Ciudad de las Artes y las Ciencias! Encaras Avenida Baleares con ligero frío y sin pasarte de ritmo. ¡Ya estás aquí! ¡Date cuenta! La Marina. Akuarela. Tarongers. UPV. Blasco Ibáñez. Aragón, momento del primer gel. Ves el piso donde viviste seis años. Ronda Nord, primera pastilla de sal. 10 kilómetros, visualizas mentalmente la meta. Benimaclet. Viveros. Alameda, ¡qué gentío! Aragón. Mestalla, te anima por sorpresa tu hermano de diferente sangre junto a su novia. Blasco. Rotonda del Burger King. Rumbo 144, esa discoteca donde habías acariciado tus límites años atrás. Blasco, segundo gel. Rotonda del KFC. Tarongers, segunda pastilla de sal. 20 kilómetros, vuelves a visualizar la línea de meta en tu mente. Cabanyal, no llega la línea de Media Maratón, pero vas en el ritmo correcto, con segundos de margen. Avenida del Puerto. Palau de la música. Alameda. Río, empiezas a flaquear, antes de tiempo, tomas el tercer gel, kilometro 26. Puente de Las Artes. Torres de Serrano, tomas la tercera pastilla de sal. Centro, tienes que visualizar la meta porque se te escapa ligeramente el ritmo. Plaza del Ayuntamiento. Ángel Guimerá, te encuentras solo y te sientes lento, tomas el cuarto gel, kilómetro 32. Túria. Campanar, tomas la cuarta pastilla de sal y sufres, kilómetro 33. Bioparc, solo ves la meta, tratas de solo ver la meta. Avenida del cid, último gel, kilómetro 36. Estació del Nord, luchas por mantener el ritmo. Colón, mucha gente anima, quieren que lo consigas. Puerta del Mar, hay que apretar los dientes, kilómetro 40. Puente de las Flores. El río, corres por un pasillo humano formado por la afición. Lúchalo, lo tienes. Ya has ganado la Maratón. Ciudad de las Artes y las Ciencias. Meta.
Lo has conseguido. Has volado en la Maratón de Valencia. Te has cruzado con Kenenisa Bekele en las avenidas de la misma carrera. Te has comido la primera Media Maratón. Has sufrido la segunda parte de la carrera. Has luchado para que el ritmo no se te vaya. Te has acordado de toda la gente que forma parte de tu vida. Has revivido recuerdos únicos en Valencia. Has dialogado entre músculos y mente. Has conseguido no pararte. Has ganado la Maratón. Porque la prueba deportiva más emotiva no solo la gana quien primero cruza la meta. Es por ello que recibes la medalla. A través de ella te das tu primer beso contigo mismo. Lloras.
Y entonces ves a tus amigos. Ves a la gacela de Calasparra: Josete. Os contáis la pasada que es la maratón. Ves a amigos con quien has compartido los momentos más transformadores de tu vida y los abrazas. Se ríen de cómo andas. Te ríes de cómo andas. Ves a Chema, o, mejor dicho, los bíceps de Chema. Lo abrazas. Es el culpable de que los tres estéis en esa habitación y os hayáis conocido.
La Maratón es para vivirla. No solo para disfrutarla, no solo para sufrirla. El esfuerzo es real.
Ya es de noche. Llegas a la cama con tu medalla de maratoniano. Te vas al colchón, flotando en las nubes. Duermas donde duermas, al día siguiente, al despertar, te levantas en la eternidad.
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En meta:
José Antonio Sánchez García (Josete) – 2:51:17
Pedro Sánchez Sánchez (Peter) – 2:59:41
Jose María Jorquera Valero (Chema) – 3:14:56
Diego Casanova Fernández – 2:56:39
Filippedes, más que un club.
Por: Pedro Sánchez «Peter»