Maratón de Málaga 2019. Por José A. Sánchez
Con la etiqueta de liebre partía Martin Cheruiyot siendo el claro encargado de llevar volando a Eliud Kibet hasta el kilómetro 30. Al final fue la meta lo que paro el ritmo de esta liebre que termino ganando la prueba, consiguiendo un nuevo record de la Maratón de Malaga en su X edición. 02:10.08.
En la misma playa de la malagueta me despierto unas tres horas y media antes de la prueba, las palmeras se doblaban del viento que llevaba tres días sin parar de soplar. Solo esperaba que ese día soplará a favor.
Tras el medidísimo desayuno me dirijo a la salida, hoy no se olía a playa y pescado, era día de muchas banderas, de escuchar diferentes idiomas, reinaban los nervios y el rosa de las Vaporfly Next que llevaban desde los corredores élite hasta corredores de más de 4 horas y media. Gente calentaba, gente rezaba, otros cruzaban los dedos recordando el esfuerzo que les había costado llegar hasta la línea de salida y sobre todo caras de preocupación por un viento que no paraba.
A las 08:30 horas y con la intención de terminar en 3h y 15 minutos empiezo el maratón. La salida es increíble, 7.000 personas con sus correspondientes ilusiones y objetivos salen disparados por el Paseo del Parque, dejando a la derecha la famosa calle Larios marcada con un “KM 42” al que no quería ni mirar.
Mi idea era mantenerme en el grupo de la liebre de 03:15’ hasta que el cuerpo aguantase, previsiblemente a un ritmo de 04.35’’km/min. Después de los primeros dos kilómetros íbamos casi a 04.20’km/min, pero con el viento de cara que soplaba cualquiera se atrevía a descolgarse, el simple hecho de salir del grupo en un avituallamiento te ponía en tu sitio.
Después de unos kilómetros hablo con la liebre y me dice con todo el salero que un malagueño puedo tener “cusha, amos una mijita ma rápio que al final nesesitaremo er tiempo” asique asumí que los últimos 10km iban a ser más duros de lo que pensaba y no quedo otra que confiar en él.
El recorrido es precioso, el paso por la Farola es mágico, el puerto, la playa de la Malagueta, kilómetros totalmente llanos y por momentos hasta favorables. Unos 40 corredores llegamos en grupo hasta el kilómetro 21km a un ritmo de 04.30km/min de media. Ya no pegaba tanto el viento e iba por debajo de todos los tiempos de paso que llevaba escritos a boli en la muñeca y tenía tanto miedo como buenas sensaciones.
El camino hacia el kilometro 30 nos hace pasar por el Martinez Carpena y la pista de atletismo de sus instalaciones, pasar por una pista de atletismo donde tantos kilómetros he entrenado me anima y cuando el grupo de ya menos de 15 corredores llega al kilómetro 32 y deciden bajar el ritmo ya que venían varios kilómetros duros y teníamos un colchón de casi 3 minutos, decido no levantar el pie y seguir con el ritmo de 04.30km que llevaba desde la salida. Era el momento de acordarse de todos esos entrenos a deshoras, con frio, con calor, dejando de lado tanto amistades como familiares, era el momento de ser valiente.
Después de pasar los famosos kilómetros del muro, llegamos a la Rosaleda, estadio del Malaga C.F y entramos en el centro de Malaga. Un domingo a las 12 del mediodía. Toda Malaga en la calle, toda Malaga animando, la gente te empuja, anima, solo queda “una mijita má”.
El paso por la calle Larios es apoteósico, el momento no tiene paragón, tenía la sensación de ir volando, ese momento en el que te das cuenta de que, si eres capaz de convencer a tu mente, el cuerpo puede aguantarlo todo. Los últimos doscientos metros de recta final te ponen la piel de gallina, y te hacen darte cuenta sin ningún atisbo de duda de que mereció la pena. Tiempo en meta 03h 10min 13segundos.
Un maratón que te hace sentir tanto en una ciudad tan hermosa como Malaga sin duda tiene una grandísima proyección, aunque bajo mi punto de vista, falta que cale entre los malagueños, que haya arraigo por el Maratón y que lo sientan como suyo. Este Maratón tiene mucho que aprender de otros como Valencia y Madrid, pero muy poco que envidiar.
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